¿Obediencia debida?
Es interesante conocer los puntos fuertes de una persona. Pero no menos importante es conocer sus debilidades. Esto nos permitirá mejorar la eficiencia de cualquier organización. Mejorando las responsabilidades y funciones que cualquiera ha de asumir.
Todos tenemos una imagen propia distorsionada. En ocasiones nos vemos peores de lo que somos y otras mejores. En este punto aconsejamos la lectura del artículo sobre el síndrome (efecto Dunning- Kruger).
Todos pensamos que tenemos un cierto “punto de rebeldía”. Y en la mayor parte de los casos es exagerado. El cerebro humano está programado para obedecer a la autoridad y seguir a los líderes. Hay multitud de ejemplos en el último siglo. Dando explicación a comportamientos inverosímiles.
Este hecho ya ha sido demostrado en diversos experimentos y estudios. Un ejemplo fue el experimento de la cárcel de Stanford del doctor Zimbardo. Una serie de estudiantes se sometieron a roles de carceleros y prisioneros. Este experimento hubo de ser terminado antes de tiempo, dado al comportamiento autoritario de los carceleros.
Igualmente, el estudio del doctor Stanley Milgram, puso de manifiesto la aquiescencia con el poder. Consistía en un estudio sobre la obediencia a la autoridad. El fin de la prueba era medir la disposición de los participantes para obedecer la autoridad. Aún cuando las órdenes entrasen en conflicto con la conciencia personal. Los participantes daban descargas eléctricas a otros participantes al fallar en sus respuestas. Subiendo el nivel de descargan conforme aumentaban los fallos. Se demostró que la mayor parte de los participantes obedecían las órdenes de dar descargas.
Pero estudio reciente de Instituto Holandés de Neurociencia realizado por Emile Caspar, arroja resultados esperanzadores. Consistía en aplicar descargas pero dando dinero a cambio. El 10% de los participantes se negaban a hacerlo. Sin embargo, si enérgicamente se obligaba por parte de la autoridad, prácticamente todos lo hacían. Cambiaba la actividad cerebral en el momento en el que se daba una orden clara. Como si se transfiriera la personalidad de la autoridad al que ejercía la acción. Justificando la actitud de “No quiero problemas, que soy un mandado”.
Pero 3 de los 450 participantes se negaron a hacerlo. Esto puede suponer que se pueda alterar la capacidad innata a la obediencia a la autoridad.
Hemos de pensar que para el ser humano ha sido una característica que le ha permitido la subsistencia. Pero ¿En los entornos actuales puede ser bueno? Mientras lo sepamos, podemos ayudarte a manejar el entorno de tu empresa, en su justo término. Hasta entonces, sé feliz.