LA INTERNACIONALIZACIÓN, UNA CRUZADA
Personalmente, y quizás a riesgo de ser políticamente incorrecto, me gusta referirme a la internacionalización de las empresas como un “Santa Cruzada”, y en especial a la primera cruzada, ya que son muchas las similitudes que se guardan con aquellas hazañas que siglos atrás se hicieran, y que en ningún caso pueden ser analizadas con la vista y perspectiva de un ciudadano del siglo XXI.
Fueron nueve las cruzadas que permitieron a los reinos cristianos estar asentados en parte de la actual Turquía, Siria, Líbano, Israel y Palestina, durante casi 200 años. Pero hay que poner en antecedentes al lector para comprender, sobre todo en lo referente al detonante y a la primera cruzada.
En el año 1.000, Constantinopla se erigía como la ciudad más próspera del orbe, pero tras la muerte de Basilio II, los siguientes emperadores no serían capaces de contener el embate de otros pueblos y más concretamente el de los pueblos turcos, nómadas y procedentes de las estepas asiáticas, y que por aquellos entonces ya se habían convertido al Islam.
Una de esas tribus, la de los Seleyucidas, se lanzó contra el Imperio Bizantino en la batalla de Manzikert (no confundir con el mítico dibujo animado) en el año 1.071, en la que conseguirían arrodillar al Imperio, apostando fuerzas musulmanas a escasos kilómetros de Constantinopla, tomando el propio Jerusalén un año antes.
Este hecho conmocionó al mundo occidental, quienes temieron que este pueblo fuera dominando paulatinamente todos los territorios cristianos. Y fue tanto el temor, que el Papa Urbano II, durante el Concilio de Clermont de 1.095, se dirigiera a la multitud, y prometiera la remisión de los pecados para quienes acudieran a la ayuda del Imperio Romano de Oriente. La multitud respondió apasionadamente con gritos de, “Deus lo vult!” (Dios lo quiere). La primera campaña había comenzado, y sería conocida como la de los pobres, congregando un ejército heterogéneo de campesinos y pequeños nobles, bajo la dirección de Pedro el Ermitaño, sin formación militar, estando totalmente desorganizados y mal provistos.
Provocarían masacres de judíos a su paso por distintos territorios, robos, y demás tipos de fechorías, llegando a enfrentarse y ser derrotados por el Reino de Hungría. A su llegada a Bizancio, fueron enviados al otro lado del Bósforo, donde serían aniquilados por el ejército turco.
Pero en 1.212 aún habría una ingenua “cruzada de los niños”, controvertida según los historiadores, pero con peor resultado, como puede suponerse.
Y es esta primera cruzada, quizás la menos conocida, pero la que puede asimilarse al proceso de internalización de las empresas, cuando se hace con más ganas que conocimiento, o quizás con más necesidad, que medios o planificación.
Por lo general, en nuestro despacho analizamos y atendemos empresas que han realizado procesos de internacionalización sin una adecuada planificación, sin analizar el mercado, los consumidores, los competidores, los precios, sustentado en la mayor parte de los casos por una necesidad de venta inmediata, lo que suele originar el fracaso, y que ocasiona gastos e inversiones innecesarias. Y la verdad es que el proceso de internacionalización tiene costes, pero en cualquier caso asumibles si se hace con el debido sentido común y conocimiento
Así que, si no quieres realizar la Primera Internacionalización, “La de los Pobres” o «La de los Niños», acude a especialistas. Mientras tanto sé feliz.
José Antonio Caballero